Morelia, Michoacán 24 de mayo de 2020.- En la historia contemporánea de Michoacán, nadie se ha beneficiado (y enriquecido) tanto de la política en la entidad como el zacatecano, Reginaldo Sandoval. Dueño de la franquicia del Partido del Trabajo (PT), la ha sabido explotar al máximo para obtener todo tipo de prebendas, desde posiciones políticas hasta jugosos negocios, cómo los llamados Centros de Desarrollo Infantil que, año con año le representan millonarias ganancias. Un verdadero saltimbanqui que ha sabido mover “sus lealtades” dependiendo de su muy personal interés, sobre todo, el económico.

El 25 de marzo de 2015, el zacatecano Sandoval. asistió a las instalaciones del Instituto Electoral de Michoacán para entregar el registro del candidato del PT al gobierno del estado. En ese momento, destacó como virtudes de su abanderado, su interés en preservar el “cardenismo nacionalista” y fiel a Michoacán, la defensa de los derechos de los que menos tienen y de la educación pública. Aseguró que, con el candidato del Partido del Trabajo, “se dará el primero paso para recuperar la autoridad y el estado de derecho en la entidad”.

El 6 de mayo de 2015, el zacatecano Sandoval, acompañó a su candidato en la gira por Apatzingán. Ahí, resaltó la sensibilidad de su candidato, “ha demostrado su conocimiento del malestar social que existe. Es su materia prima para construir propuestas factibles para mejorar las condiciones de vida de los michoacanos”. Y agregó, “Coincidimos plenamente con su propuesta (del candidato), porque su proyecto será generador de paz, y los derechos humanos serán respetados. Serán defendidas las garantías que otorga la Constitución de los rapaces intereses de unos cuantos”.

El 31 de mayo de 2015, el zacatecano Sandoval, frente a miles de simpatizantes de su candidato, Silvano Aureoles, henchido de emoción, celebró que muy pronto llegaría el momento en que Silvano, “tome las riendas del estado para que finalmente tengamos un gobierno de paz, tranquilidad, desarrollo económico y estabilidad”. Siguió con su discurso exaltando las virtudes de Aureoles, “Silvano ha logrado concentrar la voluntad y la esperanza del pueblo michoacano; representa la posibilidad de rescatar el estado de derecho y la institucionalidad a través de un gobierno incluyente al que se han sumado mujeres, hombres, empresarios, niños, indígenas y todos los sectores que buscan un Michoacán prospero y libre”.

La poca congruencia y escasa convicción, sobre todo el interés de proteger sus millonarios negocios llevó al zacatecano, Reginaldo Sandoval, a convertirse en un soldado fiel (hasta que le convenga) del obradorismo. Diputado federal plurinominal, defiende rabiosamente el proyecto político de Morena, y ahora recula de lo que anteriormente declaró.

Para Sandoval, Silvano Aureoles ya no es un “defensor de los derechos de los que menos tienen”; tampoco, “un generador de paz”; mucho menos, quien rescate “el estado de derecho y la institucionalidad a través de un gobierno incluyente”. Ahora reclama al gobernador de Michoacán, que no acepte “la mano tendida” del gobierno federal; levanta la voz porque no hay un sometimiento.